Sobrepeso: ¿La sociedad influye en este?

07/05/2014 • Obesidad, Trastornos & Desórdenes • Views: 2987

Nuestra sociedad moderna está absolutamente repleta de contradicciones y estas complican los casos sobrepeso. ¿Por qué?

Por un lado hace una apuesta a la vida a través de tantos avances científicos que promueven al bienestar humano, tanto en la cantidad y calidad de la existencia, por el otro lado se prioriza la imagen, con ideales de belleza y juventud de unos, dejando de lado a los que no se adecuan a los modelos; una sociedad en la que la delgadez es un valor supremo mientras tanto se bombardean con la producción y venta de productos alimenticios, ricos y tentadores, superando todos a los existentes, superando especialmente los límites precisos de la buena figura.

Con tanta contradicción, aumenta las problemáticas relacionadas a la alimentación, con componentes psico-sociales de envergadura. Más personas con obesidad o ligero sobrepeso o que tal vez no tengan cuerpos impuestos por “el modelo” no consiguen ropas de sus talles, mucho menos, de marcas o de moda; cada vez más jóvenes –o no tanto- y hasta niños preocupados por las figuras y los kilos, cada vez más avanzan los adolescentes que suponen que las matemáticas sirven pura y exclusivamente para el recuento de calorías, siendo este dato -por lejos- más importante que la composición y/o vencimiento de los productos.

Imagen y superficialidad, exigencia y frustración, deseos y prohibición, ideales inalcanzables versus realidades censuradas, parámetros insalvables que signan la realidad humana de este inicio de siglo que condena al estrés, al malestar y si se quiere a alejarse de su propia humanidad.

La obesidad: ¿una forma de malestar?

Entre las tantas manifestaciones resultantes de la conjunción y/o alternancia de distintos factores, genéticos, ambientales, biológicos o psicológicos, la obesidad surge como una forma privilegiada de malestar.

Por qué considerarla un modo privilegiado de malestar? Por la multiplicación de variables que allí se instalan, enunciando algunas de las más notorias:

  1. Por razones que tienen que ver con la cantidad de personas afectadas con esta enfermedad, siendo que se la considera una amenaza en aumento para la actualidad y las próximas décadas, en muchos países tanto desarrollados como subdesarrollados.
  2. Por la pérdida de calidad de vida que atañe no solo a quien padece de obesidad, sino a todo su contexto, en especial al ámbito familiar y social próximo, siendo una limitación concreta para el desarrollo de diferentes actividades tanto laborales como recreativas.
  3. Por las alteraciones físicas secundarias y consecuentes a la enfermedad, ejemplos de ello, la diabetes, aumento de colesterol y/o problemas cardiacos o respiratorios.
  4. Por el compromiso psicológico que implica, tanto en el origen de la enfermedad como en sus consecuencias.
  5. Por los efectos sociales que produce esta afección, tal como discriminación, rechazo, burla o lástima.
  6. Por las dificultades ambientales relacionadas al problema de la obesidad, dado que los espacios están adecuados a medidas estándar, desatendiendo las necesidades de personas con estructuras diferentes, por ejemplo los asientos de los transportes y/o lugares de espectáculos o públicos, el mobiliario, incluso los espacios en la construcción de viviendas, en especial en la actualidad cuando los ambientes son cada vez más reducidos.
  7. Por complicaciones en la moda e indumentaria, dado que el mundo de las pasarelas parecen alejarse cada vez más de la realidad, ofertándose modelos inadecuados en personas con sobrepeso, con marcas dirigidas a una elite, con un mercado que sanciona a quien no se ajusta a “esa perfección”
  8. Por temas de política en salud; no termina de definirse a la obesidad como enfermedad, y por ende no se destinan recursos ni para la prevención ni tratamiento de estas patologías.
  9. Por políticas de mercado, disputándose el uso de términos como “diet” o “light”, promoviendo a la comercialización de productos engañosos con un aumento notorio de costos. También la oferta interminable de productos que prometen mágicamente resolver la acumulación de grasas en los tejidos, sin controles no solo de la falsedad de las proposiciones sino de las consecuencias inesperadas de la ingesta de sustancias tal vez inoportunas.
  10. Por cuestiones estéticas, surgiendo en el mercado cientos de aparatos y sistemas que de ser verdaderos convertirían a cualquier señor o señora obesa en un adonis o una top model con solo 3 minutos diarios o 20 minutos tres veces por semana, generando un nicho de mercado muy interesante en dinero pero por sobre todo rico en fraudes, desengaños y frustraciones. En este espacio se incluye las miles de dietas que aparecen y difunden según modas, sin aval científico ni empírico alguno.
  11. Podría agregar malestar en el orden de la economía, por la articulación de varios ítems previos, disminución de la productividad, ausentismo, dispersión, mayor consumo de comida chatarra, dificultad en hallar talles en ropas convencionales etc.

Privilegiado malestar, que se agota en el malestar mismo, dado que la sociedad no toma seriamente esta problemática, y los profesionales que la abordan suelen hacerlo desde un lugar prioritariamente sectorial, olvidando la integridad del sujeto que la padece y perdiendo la riqueza de un encuentro global y particularmente interdisciplinario.

¿Qué le pasa al sujeto obeso?

El sujeto obeso, es ante todo un ser que sufre su enfermedad, que siente y lo hacen sentir como responsable voluntario de la misma, y por lo tanto acumula culpas y vergüenza, que se manifiestan en la mayor parte de actos vitales, incrementándose especialmente en la acción misma de comer, produciéndose conductas atípicas como comilonas a escondidas, lentificación extrema o aceleración inusual del ritmo de la ingesta en espacios compartidos, alternancia en las cantidades y calidades de alimentos a ingerir de acuerdo a las circunstancias sociales e individuales, instalación de mentiras en torno al tema, siendo que el alimento mismo termina siendo el eje de la vida del obeso.

Es víctima de la agresión y burla la de la sociedad, la que ejerce muchas formas de discriminación, en ropa, espacios públicos, desarrollándose en el obeso pérdida de la autoestima, incremento de sentimientos de frustración, acrecentamiento de ansiedad, amplificación de inseguridad, aumento de sentimientos de rechazo y auto rechazo, replegándose muchas veces sobre sí mismo mediante el aislamiento, o defendiéndose de este malestar con conductas pintorescas –“el gordito simpático” , también pueden adoptar modalidades de extrema sumisión, aceptando pasivamente las diferentes propuestas –“el gordo bueno”- a fin de contrarrestar el malestar y mantener un lugar en el medio.

Siente vergüenza de su cuerpo, el que cubre -muchas veces – con ropajes en forma inversa al clima estacional, o sea desabrigado en invierno a fin de disminuir el volumen y en verano con algún resguardo que evite mostrarse abiertamente. Si son jóvenes o adultos, repercute en todos los vínculos y por ende, también en la sexualidad. Si se trata de niños, se instalan inhibiciones en las actividades lúdicas con compromiso corporal. O sea disimula su sensación térmica, su hambre, su angustia, su personalidad, su frustración, esconde y potencia las causales de su patología.

Entonces, el precio que paga el obeso por su enfermedad es una condena que abarca y compromete todos sus aspectos vitales, ósea la vida misma.

¿Qué hacer?

Las causas de la obesidad suelen ser múltiples, desde factores genéticos, biológicos, ambientales y/ o psicológicos, o la combinación de varios, resolverlos implicará también la misma multiplicidad.

Independientemente a las generalidades indicadas en párrafos anteriores, lo importante no es la enfermedad sino los enfermos, y en este sentido la obesidad no es la excepción.

Ante cada paciente lo indispensable es una evaluación singular, detallada, estricta de todas las áreas de compromiso, bio psicosocio cultural, adecuando el o los tratamientos a cada sujeto o grupo en particular, con el aporte especifico de cada una de las disciplinas en cuestión, abordando la temática desde el trabajo interdisciplinario, el que asegurará resultados efectivos y permanentes.

No debemos olvidar que el descenso de peso por sí solo no es la solución, todos sabemos de reincidencias y efectos rebote, que los tratamientos grupales son adecuados para algunas personas siempre y cuando afronten sus dificultades psicológicas, y que los tratamientos psíquicos sin la cobertura de lo nutricional y social tampoco son suficientes. No desconozcamos que muy pocas personas están exentas de padecer esta enfermedad, la por el momento no tiene cura definitiva. Flagelo en que la recuperación –como en otras adicciones- es del día a día, comida por comida, palabra por palabra, en definitiva persona por persona.

Lic. Inés Susana Fragassi, Psicóloga

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