Todo sobre el nabo

Todo sobre el Nabo

26/05/2014 • Frutas & Verduras, Salud & Alimentos • Views: 4697

El nabo debe su poder curativo a su contenido en sales minerales y vitaminas tan esenciales para la salud. Los nabos son útiles en el estreñimiento y las partes superiores cocidas al vapor en fuego lento débil, tiene un definido efecto laxante.

Contra las inflamaciones intestinales crónicas, se usará la raiz del nabo en forma de caldo o sopa y se beberá 2 tazas al dia. Esto mismo es excelente en los males del pecho y si se le añade azúcar constituye un remedio eficaz para combatir el asma y la tos. De igual modo la cocción de la raiz, se emplea como pectoral, en una dosis de 10 a 20 gramos por litro de agua.

La raiz cortada en rodajes sirve para preparar un jarabe de cualidades sorprendentes contra la bronquitis, tos asma, coqueluche y para todos estos casos se omtará por chucharadas de acuerdo el grado de enfermedad. El zumo de nabo actúa como hemostático, es decir para deterner las hemorragias, dando especialmente resultados favorables en las hermmorragias uterinas, administrado en cucharaditas.

Uso externo del nabo

El nabo se usa también externamene en forma de cataplasmas, empleando la pulpa de la raiz, previamente sometida a cocción ; estas cataplasmas son magnificas para combatir los sabañones y especialmente para disipar el molestoso escosor y se usará en los lavados continuos. También esta pulpa es buena aplicada exteriormente contra las inflamaciones en general y puesto detrás de las orejas calma los dolores de muela. Los baños tibios de las hojas de nabo son excelentes para tonificar el sistema nervioso y vigorizar todo el organismo.

Propiedades del Nabo

El nabo es una hortaliza de escaso aporte calórico porque posee abundante cantidad de agua y un bajo contenido de hidratos de carbono y es buena fuente de fibra.

Respecto al contenido vitamínico, aporta una apreciable cantidad de vitamina C y de folatos, y cantidades discretas de vitaminas del grupo B (B6, B3, B1 y B2). Carece de provitamina A y de vitamina E, abundantes en otras verduras y hortalizas.

La vitamina C además de poseer una potente acción antioxidante, interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos. Asimismo favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.

Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.

En cuanto a su composición en minerales, el más abundante es el potasio, seguido del calcio, el fósforo y el yodo. El calcio de estas raíces no se asimila apenas en relación con los lácteos y otros alimentos ricos en dicho mineral.

El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de regular el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

El yodo es indispensable para el buen funcionamiento de la glándula tiroides, que regula el metabolismo.

El fósforo juega un papel importante en la formación de huesos y dientes, al igual que el calcio, y participa en procesos de obtención de energía del organismo.

Es importante tener en cuenta que las hojas del nabo o grelos son más nutritivas que el propio nabo. Los grelos aportan casi el doble de proteínas y de fibra que la raíz y mucho calcio. Lo más destacable de los grelos es su composición en vitaminas y minerales. Contiene cantidades varias veces superiores a las del nabo de provitamina A o beta-caroteno, vitamina C y folatos.

El beta-caroteno se transforma en vitamina A en nuestro organismo conforme éste lo necesita y posee una acción antioxidante. La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico.

Origen y variedades

Se cree que el nabo es oriundo de Europa, aunque también se ha propuesto como posible centro de origen Asia Central. Se cree que fue la base de la alimentación de las tribus primitivas que poblaron Europa. Hace casi cuatro milenios se cultivó por vez primera y, con posterioridad, fue muy apreciado por griegos y romanos. Ambas civilizaciones desarrollaron nuevas variedades a partir del nabo silvestre. Durante la Edad Media, el nabo constituyó uno de los alimentos de mayor relevancia. Se consumió casi a diario en Alemania hasta que se vio desplazado por la patata cuando, en el siglo XVIII, ésta llegó a Europa procedente de América. A partir de la Revolución Francesa se cultivaron más patatas y menos nabos en Europa hasta llegar a convertirse en un alimento casi olvidado. Aunque en la actualidad el nabo no es muy apreciado, su cultivo se ha extendido a todo el mundo, sobre todo como alimento para el ganado. Se cultiva en especial en Alemania, en la costa mediterránea del sur de Europa y, en menor proporción, en el sur de Estados Unidos. No obstante, tanto la raíz como las hojas del nabo están volviendo a cobrar protagonismo en nuestros días tras conocerse mejor su composición y propiedades.

Las variedades más destacables de nabos son:

Nabito de Teltow: es una de las más apreciadas, de tamaño pequeño y color blanco cremoso.

Nabo de mayo: tal y como su nombre indica, está disponible en el mercado de mayo a junio. Es de color blanco y tiene forma esférica.

Nabo de otoño: variedad que se siembra en verano y se recolecta en otoño. Es de piel roja o verde y carne blanca. Su tamaño es mayor que el del nabo de mayo y su sabor es más fuerte.

Nabos Stanis: presenta cuello de color púrpura, hojas medianas y buena textura.

Nabos Virtudes-Martillo: estas variedades son de color blanco y forma alargada con un estrechamiento en la zona central. Su carne es blanca, muy tierna y dulce.

Nabo Bola de nieve: tiene una forma redonda y es de pequeño tamaño (ocho centímetros de diámetro), con la piel lisa de color muy blanco, tierna y de delicado sabor.

Nabo japonés o kabu: su sabor es más intenso que otros nabos y sólo puede encontrarse en tiendas especializadas.

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