Quinceañeras: costumbres peligrosas

Dieta para Quinceañeras

14/05/2014 • Niños & Adolescentes, Nutrición • Views: 2615

Está claro que el mejor tratamiento de la obesidad es, sin duda, su prevención. La actuación preventiva debe centrarse en la educación desde la infancia, fomentando hábitos de vida saludables, una alimentación adecuada, declarar la guerra al sedentarismo o acabar con costumbres desaconsejables como el tabaco o el consumo de alcohol…

Perder peso resulta a veces complicado. Más aún si se trata de adolescentes en plena fase de crecimiento, ya que su alimentación debe garantizar el aporte de calorías necesarias para cubrir los requerimientos energéticos del organismo. Debe aportar los nutrientes imprescindibles para un correcto desarrollo tanto físico como psicológico.

Es muy frecuente la figura de la adolescente obsesionada por su figura, que sufre a la hora de la comida, en esta etapa de cambios físicos y de hambres voraces, provocados por esa gran necesidad de aporte energético que reclama el organismo para crecer. Un solo kilo de más basta para desencadenar un estricto periodo de dieta. Empiezan a comer menos, se saltan comidas…, es un juego peligroso que puede tener serias consecuencias para la salud. Una restricción indiscriminada puede ocasionar carencias a la larga de sustancias nutritivas esenciales.

Controlar los hábitos

En esta edad, es frecuente que el exceso de peso se deba a malos hábitos en la dieta alimentaria: picar entre horas o cuando se ve la televisión, comer demasiados dulces, beber demasiados refrescos en vez de agua, abusar de las patatas fritas y de todo tipo de paquetes de “snacks”, helados, productos de bollería industrial… En cambio, a menudo brillan por su ausencia la fruta, la verdura o la leche y sus derivados.

Fuera chicles y golosinas y snacks

Muchas quinceañeras acostumbran a comer habitualmente golosinas y chicles. De esta forma consumen demasiado azúcar sin darse cuenta, calorías además, con un nulo valor nutricional. Además, el chicle favorece una secreción gástrica excesiva que produce sensación de vacío en el estómago.

Los paquetes de aperitivos son altamente ricos en sal, grasas de escasa calidad nutritiva, obtenidas de aceites vegetales desnaturalizados por el proceso de la fritura y por lo tanto, muy escasamente recomendables.

Desayunar fuerte, comer bien y cenar poco

Otra mala costumbre típica de los quinceañeros es la de desayunar “un café bebido”. Conviene desayunar abundantemente: leche, yogur, tostadas, galletas o cereales, zumo… Sino, el rendimiento físico e intelectual a lo largo de la jornada baja. El desayuno es la comida del día que mejor se “quema” y que más falta hace.

Muchos adolescentes convierten la cena en la comida principal del día, ya que salen a toda prisa por la mañana y muchas veces comen un bocado fuera de casa. Mal hecho. Conviene invertir este hábito: desayunar fuerte y cenar poco ya que durante la noche el organismo no es capaz de quemar las calorías ingeridas.

Almorzar un bocadillo en la cafetería del “insti” es cómodo y divertido, pero no lo más recomendable. Sería preferible tomar una comida completa. Si esto no es posible, es más recomendable tomar fruta, yogures, barritas de cereales… Todavía peor sería saltarse directamente la comida. De este modo sólo se consigue un desequilibrio en el metabolismo que regula el consumo calórico, lo que favorece el aumento de peso. Además, a la siguiente comida se llega con voracidad y se compensa con creces lo que no se comió.

Una dieta recomendable

Una joven en la adolescencia necesita, por lo menos, un aporte de alrededor de 2.000 calorías diarias distribuídos a lo largo de todo el día.

Desayuno: Un vaso de leche entera o semidesnatada, o un yogur natural, cereales y fruta.

A media mañana: Un zumo de frutas o un par de galletas.

Comida: 70 gramos de pasta o arroz integral, con tomate o aliñado con aceite de oliva. Tortilla de verduras o carne o pescado, o 100 gramos de queso con ensalada y un panecillo integral.

Merienda: Una pieza de fruta y un vaso de leche semidesnatada.

Cena: Sopa de pasta o verduras, o un plato de pasta, o un trozo de pastel de verduras, o verdura cocida aliñada con aceite de oliva, o ensalada, o rollitos de jamón, o macedonia de frutas y yogur.

El Fast Food

La alimentación de los adolescentes está estrechamente asociada con este hábito alimentario, tan de moda en los últimos tiempos. Cualquier quinceañera que desee adelgazar debería tener claro que tendría que renunciar al mismo. Si no queda más remedio que acudir a locales de fast food, sería conveniente cambiar el menú típico de hamburguesa con patatas por ensaladas, y las bebidas gaseosas por zumos naturales. Pero, ¿por qué son tan aficionados los adolescentes al fast food?

Dicen los psicólogos que el fast food es una forma de alargar el gusto alimentario de la infancia: se endulzan los alimentos con el ketchup, se toman bebidas gaseosas dulces, helados, patatas fritas… todo ello en un ambiente informal y divertido. Además el fast food es barato a la par que apetitoso. Les gusta porque les da la posibilidad de reunirse con los amigos en un local considerado como punto de encuentro juvenil.

Y, aunque todas las consideraciones anteriores con ciertas, no lo es menos el hecho de que el fast food no es lo más saludable del mundo en alimentación: una hamburguesa con patatas fritas, refresco y helado suponen más de la mitad de calorías necesarias en un día. La hamburguesa contiene un alto porcentaje de grasas frente a los hidratos de carbono, es pobre en fibras y vitaminas, puesto que no se acompañan del pan más adecuado ni de verduras frescas.

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